jueves, abril 18, 2024
Interés General

Enrico Becuzzi, el tenista que lleva 26 años sin ganar un solo partido

Es italiano y tiene 47 años. Recorre todas las canchas del mundo y se anota en cuanto torneo le permiten.

Por Gustavo Londeix, artículo publicado en Clarín

¿Quién no persigue un sueño? Todos deberían tener por lo menos uno en su existencia. Para sentirse vivos, para volar con la imaginación, para respirar con ganas. Para cumplirlo y sentirse feliz. O para no cumplirlo pero también sentirse grandioso. Por haberlo intentado siempre.

Seguramente que Roger Federer, Rafael Nadal o Novak Djokovic han cumplido muchos sueños que tenían con el tenis. Pero nuestro personaje es otro. Un italiano de 47 años llamado Enrico Becuzzi. Desde hace 26 años recorre todas las canchas del mundo y se anota en cuanto torneo le permiten. Quiere cumplir un sueño. Ganar un partido que le otorgue un punto para entrar al ranking mundial de la ATP. Ya ha jugado en la clasificación de 270 torneos en todo el planeta. Y ha perdido 270 partidos.

La última derrota fue el 16 de diciembre, en dobles, en el torneo de Anatolia, en Turquía. En pareja con el turco Emir Sendogan cayeron ante los rusos Oanin y Zubrov. Después, el coronavirus, canceló la temporada 2020 del tenis.

No hay dudas que Enrico es un perdedor con la raqueta, pero la eterna persecución de su sueño lo ha llevado a aparecer en el Wall Street Journal. No es frecuente que la “biblia” de los operadores económicos de todo el mundo, dedique una página entera al deporte. Sin embargo, el periódico, cuatro años atrás decidió hacer una excepción para contar la historia de un tenista italiano, en el umbral de los 43, que continuaba viajando desde Sudamérica a Nueva Caledonia para perseguir un sueño: conquistar un punto y finalmente ingresar al ranking ATP. “La leyenda del retador de tenis” era el título del artículo.

Han pasado cuatro años y Enrico Becuzzi, continúa imperturbable para entrenar, porque ese sueño aún no lo ha logrado pero nunca deja de perseguirlo.

Winston Churchill tenía una frase famosa: “El suceso es la habilidad de pasar de un fracaso al otro sin perder jamás el entusiasmo”. Le calza justa a Enrico, que explica: “Empecé a jugar tarde, a los nueve años, cuando mi papá me regaló una raqueta de madera. Me llevó a un frontón que teníamos en casa para que aprendiera a pegarle a la pelotita. Desde ese momento me enamoré del tenis. Crecí mirando a los cuatro mosqueteros de los años 80: Lendl, McEnroe, Wilander y Connors. Y a un genio: Guillermo Vilas“.

Nacido en Pisa, pero criado en Cecina, en la provincia de Livorno, en junio de 1995 Enrico disputó su primer torneo profesional (en la ciudad de Vandengo, Italia). Perdió 6 – 0 y 6 – 0. El marcador no es una anécdota. Se ha repetido muchas veces en su vida tenística. Y cuenta: “El tenis es mi pasión. También comencé a competir tarde, a los 21 años. Me decían que ya era grande. No me importó. No hay edad cuando se trata de cumplir un sueño”.

No quiere irse a su casa sin una victoria. Él mismo lo admite: “Una vez en el 2003, en un torneo en Sofía, Bulgaria, estuve a punto de ganar mi primer partido. Al otro día estaba entrenando más fuerte. Hasta que tenga fuerzas y ganas lo voy a intentar. No quiero abandonar. Busco una victoria, sólo una, y después me retiro“.

La fuerza de voluntad de Enrico ya merecería tener premio. Su media de juegos ganados por partido no supera los 2 games. “Hasta que me queden fuerzas y ganas voy a seguir intentándolo. No quiero abandonar. Busco una victoria, sólo una”, admite.

Pocos países no aparecen en las hojas de su pasaporte. Ha dormido en lugares inmundos, ha pasado días sin comer y conoce infinidad de lugares en aeropuertos donde poder bañarse. Nada le quita la ilusión: “No me arrepiento de haber elegido esta vida”, reconoce.

El “Becu” como se lo conoce en el circuito, es un personaje, un fanático rockero. Incluso si en los foros tenísticos alguien se burla de él: “No entro a menudo en Internet y, en cualquier caso, todos son libres de decir lo que quieran, siempre y cuando haya respeto. En cambio, muchos me siguen con afecto y quiero agradecerles porque me dan la fuerza para continuar”.

¿Porqué no gana nunca? “Mi saque es muy flojo. Es el gran punto débil. Físicamente estoy a la altura de un jugador medio. Y mentalmente, a veces me siento estupendo dentro de la cancha y en otras totalmente vacío”, explica Enrico.

En dobles le fue mejor. Con ayuda, pudo suplir sus errores individuales. Una vez llegó a semifinales de un challenger en Caltanissetta, Italia, junto a su compatriota Paolo Lorenzi.

Jugó tantas clasificaciones individuales que ya no se acuerda de ellas, pero de algo no se olvida: estuvo frente Karen Khachanov, Nicolás Almagro y Guido Andreozzi. No importa que los tres le hayan ganado por su marcador predilecto: doble 6 – 0.

Muchas veces los sueños no van de la mano de la suerte. En 2012 casi juega la clasificación de un Masters 1000. ¿Cómo puede jugar un torneo de ese nivel un tenista que nunca ganó un partido en su vida? Siendo optimista y teniendo esperanza. Se anotó en la fase previa de Shanghai, uno de los torneos que cierran la temporada y donde muchos inscriptos se bajan a última hora. Pero ese año fue particular. Se bajaron en masa. Y el bueno de Enrico logró entrar al cuadro clasificatorio. Pero la burocracia le jugó en contra. Su visado no llegó, ya que el torneo se juega en época festiva en China. De nada valieron los lamentos de Enrico en el consulado. No pudo entrar a la cancha a jugar.

Sabe que no le queda mucho tiempo para cumplir su sueño. La edad le juega en contra: “Toda mi vida pagué de mi bolsillo los viajes, las estadías en hoteles de menos de media estrella y dormí en aeropuertos por no tener plata ni para comer. Pero nunca dejé de lado la posibilidad de mejorar con la raqueta. Lo que pasa es que a veces la vida no te concede aquello que querés con tantas ganas“.

Este magnífico perdedor, al que hay que admirar, sabe que el documento de identidad es el mayor rival: “Al futuro lo veo con luces y sombras. Pero no dejaré de jugar porque tengo que estar listo para mi gran día. Puede ser cualquiera, y tengo que estar preparado para ese momento”, dice.

Así piensa Enrico. El tenista que ni siquiera puede registrarse para los clasificatorios de los torneos. Está en la lista de espera y si alguien se rinde en el último momento, toma el último vuelo y aparece en el campo. No importa si juega después de 20 horas de viaje.

¿Cómo no admirar a un perdedor? Al mayor perdedor de la historia. Un tipo que sólo ha obtenido U$S 12.928 en toda su carrera y que ha gastado 10 veces esa cifra en viajes, alojamientos y comidas.

Así piensa Enrico. El tenista que ni siquiera puede registrarse para los clasificatorios de los torneos. Está en la lista de espera y si alguien se rinde en el último momento, toma el último vuelo y aparece en el campo. No importa si juega después de 20 horas de viaje.

¿Cómo no admirar a un perdedor? Al mayor perdedor de la historia. Un tipo que sólo ha obtenido U$S 12.928 en toda su carrera y que ha gastado 10 veces esa cifra en viajes, alojamientos y comidas.

El tipo que derrumbó el mito que dice “de los perdedores nadie se acuerda”. Enrico persigue un sueño. Se siente vivo, vuela con la imaginación, respira con ganas. Si lo cumple será feliz. Y si no lo cumple se sentirá grandiosos. Por haberlo intentado siempre.

Fuente: Diario Clarín