jueves, abril 25, 2024
OPINIÓNUn Día Perfecto

Un país en crisis requiere unidad, consensos, sensatez y seriedad para tomar decisiones difíciles

Por Martín Sperati

Cada vez que llega el fin de semana pienso en la idea de que empiezan a proliferar los comportamientos individuales y colectivos que van a contramano de la situación de pandemia mundial que estamos viviendo.

Grupos cuyo desprecio por acatar las normas es elevado. Si me dijesen que lo hacen con protocolos uno podría decir: “Bueno, por lo menos se cuidan”.

Parece ser que el alto nivel de información que fluyen por las redes sociales, los medios de comunicación y los canales oficiales no alcanzan para dar cuenta que estamos en la segunda ola, mucho más compleja que la anterior.

Pero claro, el jueves pasado reflexionaba sobre el pensamiento de este grupo de gente que por ahí dice: “si los que nos conducen no se ponen de acuerdo, a mí no me jodan”. Y entonces uno podría explicar el nivel de desacato. Si no logran consensos los de arriba, difícil será que los de abajo o los del medio puedan interpretar lo que quieren.

En paralelo, tenemos gente que utiliza tapaboca para todo, sale muy poco y si acaso lo hace, extrema los cuidados al máximo. Ese grupo lo que pide es algún nivel de sensatez, porque sufre cuando le imponen restricciones, pero rezonga contra los que imponen esas restricciones por ser blandos o ineficientes para el cumplimiento de esas restricciones.

Ese vecino, en la tarde noche de ayer, pasó por la costanera santafesina y observó un gran puñado de gente haciendo uso del espacio público sin ningún tipo de control por parte de las fuerzas policiales conducidas por la política que la semana pasada salió a decir que los controles iban a ser más exhaustivos.

¿Qué controles?

Música, alcohol, gente haciendo actividad física, mates, ferias abarrotadas y carribares.

Y no estoy en contra de estos y tampoco pido que dejen de trabajar. Pero mandaron a un ejército de inspectores a los bares y restaurantes, cosa que está muy bien, pero que pasó con la costanera santafesina. ¿Se quedaron sin inspectores? ¿Sin efectivos policiales?

Jorge Lagna, ministro de seguridad: ¿No nos dijo que iba a haber más controles?

Emilio Jatón: ¿No nos dijo que esos controles iban a ser más severos?

Esa es la grieta que proporciona el propio Estado en la sociedad por su incapacidad. ¿Por qué los bares y restaurantes si? Que tienen protocolos y los espacios públicos no.

Y ahora ni se les ocurra pensar en dar marcha atrás a las clases presenciales. Porque van a empezar a decir que los contagios masivos están ahí y los que quieren a los chicos en las escuelas somos asesinos.

Resuelvan los testeos, los controles en el transporte público de pasajeros, en los ingresos a los establecimientos educativos y fundamentalmente coloquen a funcionarios que sepan resolver los problemas.

No le deleguen a la ciudadanía todo el manejo del comportamiento social en pandemia. No la hagan responsable de todo. Se necesita convivir con medidas excepcionales en un momento excepcional.

Eduquen a la población. Manténganla informada. Hagan controles sin que sea una tarea detectivesca. Concienticen a los vecinos, proporcionen trabajo en equipo y sobre todo den el ejemplo.

Cuando la ciudadanía vea esto, va a realizar todas esas actividades con un alto grado de compromiso, cuidados y si acaso ustedes imparten la orden para guardarnos una semana, todos vamos a entender.

El cierre de los colegios debe ser lo último. No lo primero.

Cerrar las escuelas solo tiene sentido si la sociedad acata las normas de cuidado y durante 2 semanas se limitan mucho los contactos sociales. Esto funciona en países con un mínimo umbral de cohesión social estatal.

Todo esto se resuelve acordando y dialogando. No se resuelve con DNU o con amparos.

La grieta hace un enorme daño en todo el tejido social y en la construcción de políticas. Un país en crisis requiere unidad, consensos, sensatez y seriedad para tomar decisiones difíciles.