viernes, mayo 3, 2024
Nacionales

Chiara Páez, la joven de 14 años cuyo brutal asesinato dio origen al “Ni una menos”

La muerte de la adolescente santafesina, hace cinco años atrás, dio el puntapié para que muchas mujeres en Argentina dijeran basta.

“Ni una menos nació ante el hartazgo por la violencia machista, que tiene su punto más cruel en el femicidio”. Así empieza la carta orgánica del movimiento “Ni una menos”, publicada en su página web.

“‘Ni una menos’ es la manera de sentenciar que es inaceptable seguir contando mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres o cuerpos disidentes y para señalar cuál es el objeto de esa violencia”, continúa.

Ese hartazgo hizo que el 3 de junio de 2015, hace cinco años, miles de mujeres en varias ciudades de Argentina salieran a las calles a protestar. Lo hicieron tras una sucesión de asesinatos contra mujeres que conmocionaron a la sociedad en ese momento.

La última de esa serie de muertes fue la de Chiara Páez, una adolescente de 14 años que estaba embarazada y que falleció por los golpes que le dio su novio, Manuel Mansilla de 16 años, en Rufino, Santa Fe.

Su desaparición el 9 de mayo de 2015 conmocionó y movilizó a la ciudad de unos 20.000 habitantes que salió a buscarla por cada rincón.

Su cuerpo apareció al día siguiente enterrado en la casa de los abuelos de su novio luego de que él confesara el crimen. En 2017 fue condenado a 21 años y medio de prisión.

Chiara tenía 14 años, cursaba segundo año del secundario y estaba embarazada de dos meses cuando fue asesinada en 2015.

“Chiara era muy activa, le gustaba jugaba al hockey y tenía muchísimo carácter”, resume su hermana Romina, de 23 años.

“Era chiquita cuando la mataron pero siempre tuvo una personalidad fuerte. Ella podía tener delante al papa Francisco y si tenía que decirle lo mismo que a mí, se lo iba a decir”, se ríe mientras la describe.

Romina, que sigue viviendo en Rufino y trabaja como secretaria, cuenta que su hermana tenía una vocación solidaria. Dice que la ayudaba a ella cuando colaboraba en una escuela de equinoterapia (terapia física y mental con caballos) con chicos con discapacidades y a la mamá de ambas en actividades en la iglesia católica Santísima Trinidad de la ciudad.

A ella “siempre le gustaba ayudar”, dice.

Como con casi todos los hermanos, hay veces que las relaciones entre ambas se ponían un poco ásperas.

“En algunas situaciones éramos como perro y gato y en otras, por ejemplo, encontraba una carta que me había escrito”, recuerda resaltado su lado cariñoso.

En el anochecer del 10 de mayo de 2015, el cuerpo de Chiara fue encontrado enterrado en la casa de los abuelos de Mansilla, luego de que él confesara que la había asesinado a golpes.

“Según lo que explica él, que está en el expediente, ellos estaban teniendo una conversación, y ella le estaba diciendo que se tenía que hacer cargo del bebé. Y él ‘se sacó’, la palabra que usó, y la empezó a golpear“, relata.

Romina cuenta que cuando se enteró de la aparición del cuerpo de su hermana se llenó de “bronca y desesperación”.

“Uno no se imagina estas cosas, siempre las ve lejanas en la tele… hasta que te pasa”, resume.

Mansilla confesó que mató a la adolescente porque ella se había negado a abortar. En 2017 fue condenado por la justicia argentina a 21 años y medio de prisión.

“La gota que rebalsó el vaso”

La muerte de Chiara Páez dio el puntapié para que muchas mujeres en Argentina dijeran basta y gritaran que no se puede tolerar la muerte de ninguna más.

Desde el 10 de mayo al 3 de junio de 2015 esas mujeres empezaron las organizaciones para la marcha que se realizó en Buenos Aires con cerca de 200.000 asistentes y que se replicó en 80 ciudades argentinas y en otros países.